Pleito entre estudiantes y autoridades |
La primera etapa de lo que hoy conocemos como el movimiento
estudiantil de 1968 comprende la última semana de julio y se caracteriza
gráficamente por dos elementos: el exceso de la represión materializado a
través del abuso policíaco y la presencia del ejército en el primer cuadro
capitalino, por una parte, y el protagonismo de los adolescentes, estudiantes de
preparatorias y vocacionales que se enfrentaron a los agentes del orden en
forma violenta, arrinconados en sus planteles ubicados, con algunas excepciones,
en el llamado barrio universitario del centro de la ciudad de México. La
crónica intensa de estos diez días de violentos enfrentamientos puede leerse en
el trabajo clásico de Ramón Ramírez (1969) y en la posterior
recopilación de Daniel Cazas (1993). En este lapso, las autoridades tejieron de
manera vertiginosa la teoría de la conjura como la plataforma oficial desde la
cual iba a leerse e interpretarse el movimiento, esto es, como parte de un
complot internacional de carácter comunista y financiado desde el extranjero
para boicotear los juegos olímpicos. (Troncoso, 2008)
Después, el acotamiento urbano al primer cuadro capitalino y
el énfasis en la calle como escenario privilegiado de la trifulca y el
enfrentamiento, pero también de las aprehensiones ilegales de los jóvenes a
manos de civiles y uniformados, con la temprana edad de los estudiantes
protagonistas de este primer periodo, carne de cañón de las redadas oficiales,
un punto que no debemos subestimar ya que todo el crecimiento acelerado del 68
en las siguientes semanas se monta sobre esta primera etapa, por ejemplo la
militarización del espacio urbano mencionado y las primeras reacciones de
curiosidad de la población frente a los tanques y vehículos militares
motorizados, al igual que la represión como modus operandi de las fuerzas
armadas, representada en forma límite por el llamado "bazucazo" con
que el Ejército destruyó la puerta barroca del plantel universitario de San
Ildefonso, un hecho negado sistemáticamente por las autoridades.
Casi todos los testimonios recogidos con los fotógrafos de
la época coinciden en ubicar este episodio como el momento simbólico más
representativo de esta primera etapa, que marca un salto cualitativo en el uso
de la violencia por parte del Estado. Los estudiantes recogieron este hecho
como uno de los acontecimientos fundadores que justificaron la existencia del
movimiento e incorporaron las fotos del momento en sus periódicos murales en
los días posteriores. (Alarcón, 2008)
Los dos tipos de grupos más predominantes en esta etapa son
los grupos policiacos y del Ejército los cuales, (son claramente grupos
formales ya que están definidos por características notorias), con su abuso de
fuerza y poder atacaron violentamente a los grupos de jóvenes estudiantes
(grupos informales que no tenían algún tipo de estructura formal) que marchaban
camino a la ciudadela, con esto el líder principal fue Diaz Ordaz quien
quería evitar todo tipo de conflictos antes por la llegada de los juegos Olímpicos a
México teniendo el mando en las autoridades. (Diego López, 2021)
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